Vendimia
La vendimia es el puente entre dos alquimias, la de la Tierra en la viña y la del hombre en el lagar. Este puente es un ritual de recolección y fiesta, donde el sudor de los hombres y mujeres, que al despuntar el día se dan cita en la viña, se mezcla con la alegría […]
Material: Bronce
Dimensiones: 81 x 35 x 16 cm
La vendimia es el puente entre dos alquimias, la de la Tierra en la viña y la del hombre en el lagar. Este puente es un ritual de recolección y fiesta, donde el sudor de los hombres y mujeres, que al despuntar el día se dan cita en la viña, se mezcla con la alegría de cantos ancestrales, de cantos antiguos.
La fiesta de la vendimia recrea esas procesiones de vendimiadores y vendimiadoras transportando los racimos que se transmutarán en deliciosos caldos, alquímica tradición oficiada con alegría.
En el cesto no carga solo uvas, está lleno de celebraciones, despedidas y encuentros, de sueños de poetas y artistas, de almas y labios libando el néctar alcohólico de las esferas rubí-índigo, delicadamente recolectadas por las manos de los vendimiadores.
Un bronce, que al igual que la tradición de la vendimia resiste el paso del tiempo, fuego liquido del crisol, vertido en el molde para cristalizar en esta forma como el sol lo hizo en las esferas del racimo.
La escultura Vendimia tiene la huella de la tierra, su impulso, su fuerza, estabilidad, armonía, proporción, temple.
El ritmo y la medida de esta obra, el brazo izquierdo en jarra sobre la cadera y el derecho sosteniendo con fuerza y elegancia el cesto de uvas, envolviendo una mirada profunda y serena, evocan el equilibrio de fuerzas de la tierra, del sol, de la cepa, del hombre, de la fermentación, que se requieren para lograr una excelente cosecha de vino.
Esta escultura, Vendimia, muestra la grandeza del hombre oficiando ese ritual ancestral. Son los recuerdos del autor, compartiendo infancia con su abuela cuyas manos curtidas deshacían terrones secos separando cantos de tierra fértil.
La vendimia es el puente entre dos alquimias, la de la Tierra en la viña y la del hombre en el lagar. Este puente es un ritual de recolección y fiesta, donde el sudor de los hombres y mujeres, que al despuntar el día se dan cita en la viña, se mezcla con la alegría de cantos ancestrales, de cantos antiguos.
La fiesta de la vendimia recrea esas procesiones de vendimiadores y vendimiadoras transportando los racimos que se transmutarán en deliciosos caldos, alquímica tradición oficiada con alegría.
En el cesto no carga solo uvas, está lleno de celebraciones, despedidas y encuentros, de sueños de poetas y artistas, de almas y labios libando el néctar alcohólico de las esferas rubí-índigo, delicadamente recolectadas por las manos de los vendimiadores.
Un bronce, que al igual que la tradición de la vendimia resiste el paso del tiempo, fuego liquido del crisol, vertido en el molde para cristalizar en esta forma como el sol lo hizo en las esferas del racimo.
La escultura Vendimia tiene la huella de la tierra, su impulso, su fuerza, estabilidad, armonía, proporción, temple.
El ritmo y la medida de esta obra, el brazo izquierdo en jarra sobre la cadera y el derecho sosteniendo con fuerza y elegancia el cesto de uvas, envolviendo una mirada profunda y serena, evocan el equilibrio de fuerzas de la tierra, del sol, de la cepa, del hombre, de la fermentación, que se requieren para lograr una excelente cosecha de vino.
Esta escultura, Vendimia, muestra la grandeza del hombre oficiando ese ritual ancestral. Son los recuerdos del autor, compartiendo infancia con su abuela cuyas manos curtidas deshacían terrones secos separando cantos de tierra fértil.